Septiembre llega. Y acaba el verano.
El campo del olvido ya ha sido sesgado. Disponible para arar la tierra, Septiembre llega, llamando a la puerta, sin avisar. ¿Sin avisar? Esperándole estábamos, con disgusto.
La razón es irrelevante. Y en verdad, su vuelta es llamada. Llamada a las armas, y no de la destrucción masiva. Llamada al amor, y no al pasional. Llamada la vuelta a la rutina. Llamada a un volver a empezar.
Llamados a no saber qué esperar. Concertados para no saber qué sentir. Supuestos para no saber qué pensar.
En el peor de los casos, invitados a sentirnos como en casa. En una fiesta de un súbete al carro y no te bajes, y agárrate, que la vida pasa.
Y los sueños, y las ilusiones. Y nuevos caminos, esperanzas renovadas, sentimientos pasajeros. ¿Y qué importa lo del vecino cuando uno ya tiene lo suyo propio?
Importa. Pues claro que sí.
Y a quién se lo voy a contar. ¿A ti?
Algo hay, poco tengo. No es lo que doy, ni lo que recibo. Es lo que soy, y es lo que ofrezco. Que de donde no hay, no se puede sacar.
Y a quién se lo voy a contar. ¿A ti?
Poco importa que lo entiendas. Jamás lo harás. Que de donde no hay, no se puede sacar.
~~~ Quiero saber cómo eres, saber qué te pasa y, por fin, que me conozcas y que te enamores de mí. Todas las noches me acuesto y te busco en mi cama, y tú nunca estás, pero sé que mañana ya nunca podrás olvidarte de mí. Voy a ser tu pesadilla de noche y de día, y tú me dirás "Eres toda mi vida"; no digas que no, aún no has estado aquí. ♪♫♪
Y eso, ahí queda.
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