miércoles, 8 de agosto de 2012

Hay una cosa que te quiero decir (I)

Caminaba rauda por la calzada, aderezada por la lluvia. No era un taconeo cualquiera, era su taconeo. Toc, toc, toc. No dejaba indiferente a nadie. Se coló por un callejón, alejándose así de la calle principal, escapando de la multitud.

Al otro lado, un único automóvil parado. Negro, elegante, ostentoso, pero no lo suficiente como para llamar la atención. Montó en él por la puerta del copiloto.

- Nos siguen.

Su sentencia fue natural, grácil, tranquila, con un toque de diversión. Su interlocutor lanzó una media sonrisa.

- Como si no lo supiera ya.

Y ambos cruzaron la mirada -hasta entonces no lo habían hecho-, para soltar una risa tranquila, medida, no más allá de lo necesario.

- Te he echado de menos -empezó ella.
- Me alegro de que estés bien -concedió él.
- Gracias -acompañado de una inclinación de cabeza.
- Pero hay trabajo que hacer -finalizó.

Ambos asintieron, y el vehículo se puso en marcha.

Eran las 19.44 de un día premeditado, y el único sonido que acompañaba el suave ronroneo del vehículo era el ir y venir del parabrisas borrando las lágrimas que caían sobre el cristal. Pronto saldría el sol... o la tormenta.

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