lunes, 13 de agosto de 2012

Ella, él y su rosa

"Me has traído el timón de tu corazón, para navegar por el mundo de los sueños, rescatar los más bellos y traerlos a la realidad"


Ella, él.

- ¿Qué me has traído?
- ¿Y tú, qué me has traído?

Ella mira su regazo, sonrojada. Él ríe. Saca de su lado una flor muy hermosa.

- Oh. ¡Vaya flor más hermosa!
- No, hermosa eres tú. Esto es una rosa.
- ¿Una rosa?
- Una rosa.
- ¿Y es rosa?

Él niega con la cabeza y continúa.

- Es del color del arcoiris. Del color de los sueños, del color de las sonrisas, y del color de los corazones. De esos que guardas aquí.

Y con el dedo índice señala su pecho, donde su corazón. Ella, muy sorprendida.

- ¿Y puedo tocarla?
- Debes tener cuidado: pincha.
- Oh.

Él se la entrega, ella la sujeta con sus manitas por la parte de los pétalos. Admiración, sorpresa, encanto, emoción. Cariño, ternura. Fascinación. La rosa, cálida.

- Es hermosa.
- No, hermosa eres tú. Esto es una rosa.
- Pero también es hermosa.

Él asiente. Ella, ahora curiosa: delicadas espinitas en el tallo de su flor. Baja un dedito y con la yema toca una de ellas. Se pincha. Exclamación. Más sorpresa. La rosa, fría.

- Me ha mordido.
- La rosa, pincha.
- Pero es hermosa. ¿Cómo algo tan hermoso puede sangrar?

Consternación, ambos. Cavilación. La rosa, triste; carmín en la espina.

- Es hermosa, pero tiene miedo. Se protege. Muestra su esplendor, su belleza, pero tiene espinas.
- Pero también tiene corazón. Está llorando, no quería hacerte daño. Mira.

Ella mira. La rosa llora. Él coge su dedo y le da un beso en la yema. Ella sonríe.

- No querías hacerme daño, Rosa. Yo no te conocía todavía. Lo siento.
- Ella también lo siente.
- Ahora ya nos conocemos. Te perdono, Rosa. Podemos ser amigas.

Expectación. La rosa, cálida. Ella sonríe.

- Ahora somos amigas. Podemos conocernos.
- Podéis conoceros.
- Así no nos haremos daño. Yo te cuidaré. Y tú me protegerás.

Él asiente. Satisfación.

- Aún no te había contado mi regalo.
- Me lo has contado en tu mirada.
- ¿Y lo has oído todo?

Él asiente. Y sigue.

- Me has traído el timón de tu corazón, para navegar por el mundo de los sueños, rescatar los más bellos y traerlos a la realidad.

Él emoción, ella cautela.

- ¿Y ha funcionado?
- Ha funcionado.
- Uff. Por un momento temía que te hubieras quedado dentro.

Sonrojo. Él sigue.

- Siempre estoy aquí. Y tú, siempre estás aquí. Los dos estamos, y no estamos. Siempre. Somos tú, y somos yo.

Asentimiento, los dos. Ella, él y su sonrisa. Y la rosa flota, sube, se evapora, explosiona, se expande, llueve, luce, ríe, baila... Fuegos artificiales. Brillos, destellos, risas. Implosión.

Ella, él y su rosa. Los dos. Y con eso, basta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario