viernes, 9 de diciembre de 2011

Simplemente sonríe


"Cuando todos olvidemos el mundo... simplemente sonríe."
Por todos aquellos que alguna vez te han regalado un día especial,
de esos que guardas -y guardarás ¿para siempre? nah... para un para siempre actual- en tu memoria, o recuerdo, o en tu corazón, o llámalo X. Qué mas da donde lo guardes, y qué más da qué clase de día especial haya sido.

Qué importan los detalles. Si es importante para nosotros, ya es razón suficiente -y necesaria. Y lo demás, no importa.

Un día especial, de esos en los que te olvidas del mundo, de sus problemas y dificultades, de sus soluciones y facilidades. En los que te olvidas del mundo, pues tu mundo pasa a ser tu momento, tu presente, tu hoy... tu regalo (por eso lo llamamos presente, ¿no?). Y tu mundo gira feliz; entre risas, sonrisas, gestos amables.

Pues ya está, para qué queremos más. Vivamos el día a día, y ya puestos a hacerlo... hagámoslo bien. Olvidémonos del mundo, en el sentido más bonachón de la palabra, pues más allá de los problemas que quieran inculcarte, la solución principal la tienes tú: sonríe. Con una sonrisa, todo pintará color esperanza, como decía la canción.

Así que, cuando todos nos olvidemos del mundo... simplemente sonríe. Una sonrisa de ánimo será el más esperanzador gesto en un día duro de trabajo.

Sonríe. Simplemente... sonríe.

jueves, 7 de abril de 2011

A oscuras

"Como dos pequeños gnomos que se acaban de conocer"



Y ten cuidado en la luna nueva, cuando suba la marea, y oculto bajo el mar, no puedas ver lo que hay detrás. Y buceando a contra mar te alejes de la realidad, y llegues a un mundo tuyo, pequeñito, sin rumbo fijo ni posición, donde se traspapelen los archivos de todo tu historial. Que no haya ni fronteras, ni modas ni estilos, ni signos de autoridad.

Un mundo libre, tuyo, sin límites, donde, como dos pequeños gnomos que se acaban de conocer, puedas correr de la mano atravesando todo el jardín, sintiéndolo verde, tuyo, lleno de flores, de colores, sonidos, aromas, explorando lo que se antoje y yendo a cualquier lugar.

Pero ten cuidado en la luna nueva, cuando suba la marea, y no refleje luz en tu ventana; cuando las sombras se difuminen y se junten unas con otras, pues no sabrás qué es cierto y qué no es real...

Ten cuidado al despertar, pues no todo lo que soñamos pinta igual en la realidad.

jueves, 17 de marzo de 2011

Porque es mi rosa, en fin


"C'est le temps que tu as perdu pour ta rose qui fait ta rose si importante."


- ¡Buenos días! -dijo el zorro.
- ¡Buenos días! -respondió cortésmente el Principito.

- ¿Qué significa "domesticar"?
- Es una cosa ya olvidada -dijo el zorro-, significa "crear vínculos"…
- ¿Crear vínculos?
- Efectivamente, verás -dijo el zorro-. Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos y no te necesito para nada. Tampoco tú tienes necesidad de mí y no soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si tú me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo...
- Comienzo a comprender -dijo el Principito-. Hay una flor... creo que ella me ha domesticado...
- Es posible -concedió el zorro-, en la Tierra se ven todo tipo de cosas.

El zorro se calló y miró un buen rato al Principito:

- Por favor... domestícame -le dijo.
- Bien quisiera -le respondió el Principito-, pero no tengo mucho tiempo. He de buscar amigos y conocer muchas cosas.
- Sólo se conocen bien las cosas que se domestican -dijo el zorro-. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Lo compran todo hecho en las tiendas. Y como no hay tiendas donde vendan amigos, los hombres no tienen ya amigos. ¡Si quieres un amigo, domestícame!
- ¿Qué debo hacer? -preguntó el Principito.
- Debes tener mucha paciencia -respondió el zorro-. Te sentarás al principio un poco lejos de mí, así, en el suelo; yo te miraré con el rabillo del ojo y tú no me dirás nada. El lenguaje es fuente de malos entendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca...

El Principito volvió al día siguiente.

- Hubiera sido mejor -dijo el zorro- que vinieras a la misma hora. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser dichoso. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto, descubriré así lo que vale la felicidad. Pero si tú vienes a cualquier hora, nunca sabré cuándo preparar mi corazón... Los ritos son necesarios.

De esta manera el Principito domesticó al zorro. Y cuando se fue acercando el día de la partida…

- ¡Ah! -dijo el zorro-, lloraré.
- Tuya es la culpa -le dijo el Principito-, yo no quería hacerte daño, pero tú has querido que te domestique.
- Ciertamente -dijo el zorro.
- ¡Y vas a llorar! -dijo el Principito.
- ¡Seguro! –exclamó el zorro-. Vete a ver las rosas; comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás a decirme adiós y yo te regalaré un secreto.

El Principito se fue a ver las rosas, a las que dijo:

- No sois nada, ni en nada os parecéis a mi rosa. Nadie os ha domesticado ni vosotras habéis domesticado a nadie. Sois como el zorro era antes, que en nada se diferenciaba de otros cien mil zorros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.

Las rosas se sentían molestas oyendo al Principito, que continuó diciéndoles:

- Sois muy bellas, pero estáis vacías y nadie daría la vida por vosotras. Cualquiera que os vea podrá creer indudablemente que mi rosa es igual que cualquiera de vosotras. Pero ella sabe que es más importante que todas, porque yo la he regado, porque ha sido a ella a la que abrigué, porque yo le maté los gusanos y es a ella a la que yo he oído quejarse, alabarse y algunas veces hasta callarse. Porque es mi rosa, en fin.

Y volvió con el zorro.

- Adiós -le dijo.
- Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos.
- Lo esencial es invisible para los ojos -repitió el Principito para acordarse.
- Lo que hace más importante a tu rosa, es el tiempo que tú has perdido con ella.
- Es el tiempo que yo he perdido con ella... -repitió el Principito para recordarlo.
- Los hombres han olvidado esta verdad -dijo el zorro-, pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Tú eres responsable de tu rosa...
- Yo soy responsable de mi rosa... -repitió el Principito a fin de recordarlo.


© Le Petit Prince, Antoine de Saint-Exupéry
[Fragmento capítulo XXI]

jueves, 10 de marzo de 2011

La rana de boca grande

"Porque yo también soy una rana de boca grande."


Érase una vez una rana con la boca grande que paseaba por el bosque.

- HoooOOOooola, ¿y tú quién eeeEEEeeres?
- ¿Yo? Soy un conejo.
- ¿Y túuUUuu qué coooOOOooomes?
- ¡Zanahorias!

Siguió paseando, y se encontró otro animalito.

- HoooOOOooola, ¿y tú quién eeeEEEeeres?
- ¿Yo? Soy un pajarito, pío, pío.
- ¿Y túuUUuu qué coooOOOooomes?
- ¡Gusanos!

Continuó con su paseo, y se fue encontrando más animales.

- HoooOOOooola, ¿y tú quién eeeEEEeeres?
- Yo soy un jabalí, oing, oing.
- ¿Y túuUUuu qué coooOOOooomes?
- Ñam, ¡carne!

Hasta llegar a un león.

- HoooOOOooola, ¿y tú quién eeeEEEeeres?
- Yo soy el León.
- ¿Y túuUUuu qué coooOOOooomes?
- Ranas, pero sólo aquellas que tienen la boca muy grande.
- ¡Uy! Puesyonohevistoninguna.


(Risas)

Sí, era un chiste que termina con la rana de boca grande diciendo por lo bajinis, muy rápida y discreta... ¡que no ha visto ranas con boca grande! Vaya con la rana, disimulando quién es.

Sí, era un chiste, pero me hace pensar... ¿cuántas veces intentamos aparentar lo que no somos? ¿Cuántas cambiamos nuestra forma de ser, de pensar, de actuar sólo por el miedo al qué dirán? ¿Cuánto tiempo de más invertimos quejándonos de nuestros complejos en vez de alegrándonos por nuestras virtudes?

Porque yo también soy una rana de boca grande, y también encuentro muchos leones en esta vida. Pero sé que, ante todo, sólo yo soy dueña de mi propio destino ;)