sábado, 21 de agosto de 2010

Disturbia

"Un universo de libertad que, precisamente, quiere salir al exterior para


fundirse con el universo en su libre albedrío"


Alguno a estas horas tiraría de café, Red Bull o un buen trago de Coca-Cola. Por mi parte no soy adicta a esos vicios, así que me basto con mis ganas diarias (¡ya me gustaría!) de ponerme a escribir la tontería que procede.

Me he permitido empezar la cháchara de hoy con una imagen cogida de Internet y adornada con un poco de Photoshop de mi propia cosecha. ¿Qué? Yo también quiero embellecer mi blog de alguna manera. Anteriormente también lo hacía en alguna ocasión, y oye, queda más atractivo para la vista. Llama más la atención una lectura con imagen, que sin ella. La fotografía, al fin y al cabo, entra por los ojos y nos dice "¡Eh, mira, voy a tener una cierta relación con el texto de a continuación!". Pero basta de artes plásticas; pasemos a las literarias. Veamos...

Disturbia. La verdad es que últimamente me encuentro un poco disturbia, con una ligera pero inquietante sensación de entropía, de caos, dentro de mí. Una entropía que conscientemente solicita ser liberada, ¡lo está pidiendo a gritos! Un universo de libertad que, precisamente, quiere salir al exterior para fundirse con el universo en su libre albedrío. ¡Alegría, señores! ¡Les estoy diciendo que me siento feliz, alegre, verdaderamente! Y es una alegría sincera, ¿eh? De verdad de la buena. ¡Una alegría sincera que se muere de ganas de ser compartida con los demás! Oh, vaya, qué bonito me ha quedado eso. ¡Una alegría altruista! Bailo sólo con la emoción.

La revolución puede ser buena. La felicidad también tiene su derecho a sentirse revolucionada, al fin y al cabo. La felicidad puede exigir ser liberada, para poder sentirse verdaderamente libre... aunque para ello tenga que recurrir a menudo a un universo paralelo. La felicidad exige ser liberada, está ansiosa por conocer mundo, salir de ese oscuro rincón en el que a menudo se ve recluida dentro de cada ser en este extraño planeta de nuestro, oh, cuán grande universo. Y yo me siento disturbia, luchadora, con ganas de unirme a esta caótica revolución. ¡Sí, están leyendo bien! ¡Estoy diciendo que quiero alterar el order público, perturbar la tranquilidad de la sociedad! ¡Un auténtico disturbio de felicidad fuera de control!

Hoy me siento con ganas. Creo que jugaré a ser rebelde, y en contra de nuestras máximas y mínimas actuales, apostaré por dejar brotar este creciente río de fuego para que se expanda a mi alrededor. Va a ser el fin: una felicidad inesperada, un descontrol de alegría total.

Así que arréstenme, señores agentes. Estoy comiéndome todos los prejuicios, porque verdaderamente quiero incitar a una revolución. El caos por el caos. A dónde iremos a parar.

viernes, 20 de agosto de 2010

En la punta del trampolín

"Para no perdernos en este caótico mundo que supone la imaginación"

Un, dos, tres, probando.

Parece que funciona. Creo que sí.

No sé si tirarme de nuevo a esta mágica aventura que supone tener un blog, un diario de a bordo, un recopilador de cuentos y leyendas, toda una ventana abierta hacia un mundo de anécdotas. A veces engancha, otras no tanto; y finalmente siempre lo tienes ahí, dispuesto a tenderte un huequecito donde poder escribir a gusto, expresar lo que sientes en ese momento... o lo que te gustaría sentir. Qué más da. El caso es que aquí está siempre, contigo, un buen compañero de viaje. Bueno, no está mal del todo, entonces.

De acuerdo, está decidido: ya hemos encendido la luz. Queda inaugurado el faro, para no perdernos en este caótico mundo que supone la imaginación.